
Este texto acompañó a la obra homónima del escultor Oscar Daga, que fuera obsequiada al Dr. Néstor Kircher y su esposa con motivo de haber asumido la Presidencia de la Nación.
Mujer en fruto
Una mano y otra mano construyen, aliadas, el calor del nido.
La paciencia y la ternura permiten el abrigo y la vida. No se mecen los árboles en otoño por la sola voluntad del viento. Danzan por el deseo de la naturaleza de ser, por la infinita necesidad de la tierra en expresar, por el secreto móvil de la vida en florecer.
El propósito celeste de fluir la humana biografía es una canción silente que murmulla peregrina. Se abre grana ante los ojos del semejante, se instala plena en el centro vital y se acurruca cálida, leve y fugaz para luego emerger, arrebatada, en un solo gemido.
Una mano y otra mano construyen, aliadas, el calor de todos los nidos. Un nido de carne, un nido de deseo, un nido de palabras, un nido de historia. Así el mundo con su sentido, así la humana condición con su designio.
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