|
|
 |
Dejate ver
No te ocultes
tras las rejas
de la mente,
tras los ciegos
que critican
los abrazos,
la caricia
sencilla
y furibunda
o el ruidoso
e imprudente
llanto nuevo.
Eres fuego
en el aire
que suspiras,
en la pausa
que valiente
evidencias,
poderoso
es el sosiego
con que envuelves
el contorno
amanecido
de mi cuerpo.
No te pierdas
en las calles
de los verbos
conformistas,
ni te humilles
en la cortedad
de un beso
timorato;
sólo ostenta,
altivo y orgulloso,
tu sublime
fantasía de Pegaso.
Deja libre
tu sendero
incorruptible
hacia el alma
vigorosa
que te habita
y desnuda
sin pudores
tus costados
como brotas
en instantes
cuando amas.
Habilita
tus permisos
insensatos
y a las partes
de tu aliento
presidiario,
ilumina
sin temor
el tiempo bueno
que fecundo
se despliega
en mi carne.
Le hace falta
a este mundo
tan grosero
la visión
insolente
de tu juicio,
le vendría
de perillas
a esta vida
el escándalo
imposible
de tu huella.
No te pierdas
en las calles
de los verbos
conformistas,
ni te humilles
en la cortedad
de un beso
timorato;
sólo ostenta,
altivo y orgulloso,
tu sublime
fantasía de Pegaso.
|
|
|
 |
|
|