Lo que hay
¿Cómo es posible amigarse tanto con las palabras de modo que terminen transformándose en padre, madre, hijo, amante? Quizás porque las cosas o las gentes dejan de ser eso, dejan de servir para eso. Se olvidan de ser lirios, mares, espejos. Se extravían de su destino de compañía. Para algunos, es algo extraño saberse conversando con una palabra vecina. Más aun perderse entre las sábanas con una palabra pretendiente. Pero las gentes y las cosas hoy están ausentes. Él no está. No hay más remedio que conformarse con lo que hay. El silencio es poco. La ilusión insuficiente. Una palabra llena todos los espacios, y en nada cambian las leyes de este mundo que esa palabra sea su nombre. Las palabras, las gentes y las cosas no se juntan en su ausencia. Apenas puedo decir que lo he tenido, que no lo tengo ahora, que quizás mañana, mañana cuando lo vea, sea el mundo.
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